
Lentejuelas, flautas y recuerdos: The Corrs deslumbran en el Alma Festival
03/07/2025Foto de Andi Elloway en Camden
Martes, 1 de julio. El día más caluroso de la segunda ola de calor del verano. Para muchos, el primer día de vacaciones; para otros, el inicio de la cuenta atrás. Y mientras tanto, el Estadi Olímpic Lluís Companys se llenaba de fans entregados, preparados para disfrutar del concierto de Imagine Dragons, de la mano de Live Nation, en su gira "The Loom".
Desde la grada de prensa se veía toda la pista. El movimiento casi coreografiado de los abanicos hipnotizaba. Hace calor, mucho calor. De repente, aplausos y vítores: el personal reparte garrafas de agua entre las primeras filas para mantener hidratado al público.
Son las 21:35 cuando las luces del estadio se apagan. Poco a poco, los integrantes de la banda de Las Vegas salen al escenario: Wayne Sermon, Ben McKee y Dan Reynolds. Abren con Fire in These Hills, seguida de uno de sus clásicos: Thunder.
Interpretan también Take Me to the Beach, mientras cientos de pelotas gigantes de playa rebotan entre el público. Luego llega Whatever It Takes. Dan presenta a la banda y, para quien no lo sepa, explica que vienen de Las Vegas, Nevada. Se esfuerza en hablar un poco de castellano y se gana al público con un sincero: “Mi español es muy poquito… I try”. Bueno, eso, y el hecho de que “tardó” exactamente 22 minutos en quitarse la camiseta.
El show continúa con I Bet My Life, en un momento con cierto aire country, seguido por Wake Up y Radioactive. En esta última, un espectacular solo doble de batería entre Platzman y Reynolds hizo que los corazones del estadio latieran al ritmo de su percusión. Demons vino justo después.
En un momento más íntimo, Reynolds preguntó si había alguien de 12 años en el público. Un niño, justo en la primera fila junto a la pasarela, apareció en las pantallas por petición del cantante. Habló sobre salud mental —algo que cada vez más artistas defienden abiertamente— y compartió que escribió su primera canción a los 12 años, sin saber aún si tenía talento o no. Animó al público a cuidar de su bienestar emocional con una frase que vale la pena recordar:
“Your life is worth living.”
Con Walking the Wire, Reynolds se quedó solo en la pasarela y dedicó la canción a su pareja, que se encontraba entre el público. Pese a varios desmayos por el calor, el estadio vibraba con la energía del público, entregadísimo desde el primer acorde. La atmósfera era magnética.
También sonaron Sharks —una obra maestra, en mi opinión—, In Your Corner y Birds. Cerraron la noche con Believer, uno de sus mayores himnos.
A título personal, eché en falta It’s Time, la canción con la que muchos descubrimos a la banda. ¿Alguien más recuerda el capítulo final de Gossip Girl, cuando varios de los protagonistas están en las escaleras del MET y empieza a sonar It’s Time? ¿No? Vale, nos hemos hecho mayores.
La palabra para resumir la noche sería: vibrante. Desde el primer momento, Imagine Dragons conectaron con el público, haciendo vibrar no solo cuerpos y almas, sino hasta los cimientos del estadio.
Ojalá no tengamos que esperar mucho para su próximo trabajo y poder volver a verlos en directo.
Autora de la crónica

Carla Urgell
Trabajo en el sector tech, y sí: me pagan por montar fiestas y asistir a ellas.
Amante de la música, la lectura, los vinos con amigos en alguna terraza, los días de playa... y siempre defensora del frío (sí, soy de las que disfrutan del invierno).
Melómana empedernida: por Springsteen o Ed Sheeran, vendería un riñón sin pensarlo dos veces.