
Manuel Turizo: Noche de ‘Bachata’ y sueños cumplidos
16/10/2025Foto de archivo hecha por Ale Espaliat en 2017
El cantante y compositor madrileño Leiva, culminó en Barcelona la primera parte de su gira española Gigante con un concierto de más de dos horas en el que repasó éxitos pasados, se permitió licencias inesperadas y ofreció momentos de auténtica emoción. Con seis álbumes de estudio en solitario a sus espaldas, vive uno de sus mejores momentos como artista gracias a su voz, sus letras y a la banda que le acompaña. Tras el concierto de Barcelona, cruza el charco para seguir su gira en Latinoamérica para, posteriormente, regresar a España el próximo año.
Cinco minutos antes de las 20:00, el sonido de un sitar rompía el murmullo del público que iba llegando poco a poco al Palau Sant Jordi. Con el recinto a medio aforo y las luces suaves acompañando la entrada de los asistentes, la banda barcelonesa Sidonie hizo acto de presencia en el escenario para abrir la noche. El público aún terminaba de acomodarse, pero el trío barcelonés no necesitó más que unos acordes para despertar sonrisas y aplaudir la espera empezando su recital con “Fascinado” seguido de “El Incendio”, temas con los que abrieron fuego para desplegar, a continuación, su característico pop psicodélico.
El trío barcelonés, viejo conocido del público local, ejerció de anfitrión con elegancia y energía. Entre agradecimientos a Leiva por la invitación, Marc Ros anunció que su próximo disco, Catalán graffiti, que verá la luz este mismo viernes 14 de noviembre, será íntegramente en catalán. De él adelantaron “Sé”, un tema nuevo que despertó la curiosidad y fue muy bien recibido por el público catalán.
El mini set, siete canciones en media hora, fue un repaso preciso de sus cartas más ganadoras: “Un día de mierda”, con la que Marc Ros, cantante y líder de la banda, se permitió el lujo de bajar del escenario y cantar junto a su público, la energía desbordante que imprime “Carreteras infinitas” y “Estáis aquí”, coreadas por un público muy entregado. Una apertura llena de energía que sirvió como perfecto prólogo para lo que vendría después.
Pasaban cinco minutos de las 21:00 cuando el Palau Sant Jordi se quedó a oscuras. Los músicos de Leiva fueron tomando posiciones, todos vestidos de blanco, mientras el madrileño aparecía de oscuro y sombrero inconfundible. El arranque con “Bajo presión” fue un golpe de energía que dejó claro que no venía a guardarse nada. Ritmos de guitarra potentes, bases contundentes, luces intermitentes y un sonido que llenaba cada rincón del recinto con un rock en estado puro que le mantiene ajeno a las modas actuales.
Tras siete temas encadenados, Leiva detuvo el torbellino musical para saludar con un “Bona nit, Barcelona”. Visiblemente emocionado y nervioso, confesó entre risas que había pasado el día anterior “sin dormir y con el estómago revuelto” por los nervios de tocar en el Sant Jordi. “Intentaré estar a la altura”, dijo, ganándose al público con su característica humildad.
La noche avanzó entre himnos de carrera tales como “Sincericidio” o “Terriblemente Cruel” y guiños menos habituales como “Shock y Adrenalina”, un tema que rescató “para no caer en la rutina”, según confesó él mismo. Hubo espacio también para la sorpresa: una versión festiva de “You Never Can Tell”, de Chuck Berry, que convirtió el Sant Jordi en una pista de rock and roll de los 50.
El instante más sobrecogedor y emotivo llegó con “Vis a Vis”. Leiva, solo con su guitarra acústica, pidió silencio y que se guardaran los teléfonos. El Sant Jordi, normalmente bullicioso, contuvo el aliento: miles de personas escuchando en absoluto silencio, como si se tratara de una pequeña sala. Un momento de pura conexión que recordó por qué Leiva se ha ganado un lugar especial entre los grandes narradores del pop-rock en español.
En el tramo final, el madrileño recurrió a sus orígenes con Pereza, cerrando el círculo con temas como “Estrella Polar” y “Lady Madrid”, tema al que se unieron de manera improvisada los miembros de Sidonie. Leiva aprovechó un inciso para recordar que con Pereza empezaron teloneando a Sidonie y recordó entre risas: “Y hoy ellos me han abierto a mí. La vida a veces te devuelve los favores”, dijo, con una sonrisa que mezclaba gratitud y cierta incredulidad.
Tras un breve receso, regresó con tres bises que culminaron un concierto vibrante, de energía contenida y agradecimiento sincero. Sonaron “Caída Libre”, “Como si fuéramos a morir mañana” y la imprescindible “Princesas” con la que presentó a su banda y se despidió entre abrazos.
Algo más de dos horas de concierto, 23 temas, una banda en plena forma y un público que no quería dejarlo marchar. Antes del adiós, Leiva recordó su primer concierto en Barcelona: “Fue en la sala Bikini. No imaginaba que un día estaría aquí, con todos vosotros”. El público respondió con una larga ovación. No era solo la clausura de una gira: era la confirmación de una complicidad, de una historia compartida entre un músico y una ciudad que lo siente como propio. En el concierto de Barcelona había algo de cierre y también de promesa: la certeza de que esta historia seguramente continuará.




