La evolución artística de PAVVLA, de nuevo en Barcelona
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04/02/2019Paco Ibáñez volvió el pasado día 1 de febrero al Palau de la Música Catalana para demostrarnos a todos que a sus 84 años, 85 en breves, todavía sigue en forma. Un foco sencillo iluminaba una silla en un escenario solitario. Empezando un poco tarde, se dejó ver un Paco Ibáñez modesto, humilde y cercano que subió un pié a la silla solitaria que se encontraba encima de una alfombra roja, casi tanto como su ideología, mientras salía su compañero con otra guitarra y se sentaba en la silla que se encontraba un poco más allá.
Al fin, después de años y años de esuchar cassettes suyos, esperad, permitidme el inciso para los de la generación Z, un cacharro que metíamos en unas radios tochas y sonaba música, y que rebobinábamos con bolígrafos. Joder, que tiempos aquellos. Mis disculpas, era necesario. Como iba diciendo, por fin iba a poder quedarme a un concierto suyo de principio a fin. En 2016 se quedó el asunto en intento.
Me encontré allí con el que fue mi profesor de fotografía de conciertos, así como a algún otro compañero de fosos y después del correspondiente breve intercambio de ideas, procedí a disponerme a disparar un poco con la cámara.
El músico, no pudo evitar contar sus batallitas entre canción y canción, cosa que hizo del espectáculo algo más íntimo, recordemos que solo estaban él, su guitarra, y otro guitarra que estaba a oscuras y a penas se le veía. El asunto viene a que cuando cantó "Ya no hay locos" recordó aquella vez que tocó en el Olympia de París, y hubo mucha gente que se quedó sin poder entrar, y, al ver a su madre en el público, se acercó a ella y esta le dijo: "Hijo mío, si todos estos supieran que están aquí gracias a mi..." así desatando la risa en el público.
También contó, entre otras muchas cosas, la historia de cuando Francia debía algunos millones a Estados Unidos después de las dos guerras mundiales, Estados Unidos quiso ceder en este asunto y lo arreglaron de forma que los franceses debían pagar menos a cambio de incluir películas americanas en los cines franceses. Según Paco Ibáñez esa fue la forma de empezar a "macdonalizarnos". Dado que eso fue el intento por parte de EEUU de hacer tragar a Europa el sistema capitalista, él nunca se dignó a hablar inglés, y que precisamente era una lástima que ahora hablando con franceses dijeran "okay", en lugar de "d'acord".
A si que como no podía ser de otra manera, por supuesto, se dejaron escuchar los acordes de "Lo que puede el dinero" poema musicalizado del Arcipreste de Hita. Parece mentira que después de cientos de años el texto todavía siga vigente, pero para eso le tenemos a él, para que nos lo recuerde cada vez que se sube a un escenario. En ocasiones, es necesario.
No perdió tampoco, la ocasión para recordar a cierto número de políticos catalanes que se hallan presos de forma absolutamente injusta, y que justo ese día eran trasladados a Madrid para empezar el juicio que probablemente marque más historia de lo que llevamos de democratura. Esta mención provocó gritos inmediatos de "Llibertat presos polítics entre el público"
Y el momento llegó de complacernos a todos con un texto de Nicolás Guillén, si no me equivoco, llamado "Soldadito Boliviano" y dedicado al "Che" Guevara. Para qué decir más, si todos sabemos lo increíble que es.
En un momento dado del concierto, me encontré en la curiosa e inesperada situación de estar prácticamente emocionado, sin darme cuenta, con una canción que me cantaba mi padre para dormirme, así que después de tantos años os podréis imaginar. Mis queridos progenitores tenían ya claro que "Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá" me iba a ser necesaria a la hora de hacer mi vida adulta. Y pensar que me la cantaron muchas veces, y la olvidaba muchas más...
"Palabras para Julia" fue el tema que eligió para aparentemente acabar el concierto, a lo que, quien lo iba a imaginar, Julia, la mencionada en la canción, se levantó en una especie de ataque de nostaligia, una buena mujer de 90 años por lo menos, para interrumpirle y recordarle al cantante la primera vez que le cantó esta canción al poeta que compuso la letra de dicha canción, es decir, el marido de Julia.
Terminó, finalmente, válgame la redundancia, con algunas colaboraciones que se había traído, tocando todos juntos "A Galopar", canción que como él mismo dijo, irónicamente, por supuesto, nadie había pedido que la tocara.
Disclaimer del autor del artículo: Hay detalles del concierto que debían mencionarse, a parte de que un redactor debe escribir lo que su moral le indica. No estoy aquí para procurar quedar en paz con todo el mundo, si no para transmitir el mensaje de los músicos que llevan luchando como Paco Ibáñez, más de 50 años por la justicia social y el bienestar del pueblo, habiéndose comido una dictadura genocida de por medio y sus consecuentes represalias. Este artículo fue escrito en colaboración con Aleix Quiles.