Alborosie y su capacidad de maridar reggae con ópera
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15/04/2019Una sala hasta los topes, una calurosa tarde de jueves y los vibrantes sonidos de “Tsukamori” encendían la mecha de Rufus T. Firefly, que vinieron dispuestos a derrochar todo el amor y energía del mundo sobre la rebosante [2] de Apolo.
La adormecida voz de Víctor Cabezuelo y los acordes de “Loto” siguieron caminando hacia la naturaleza más profunda, mientras que “Demogorgon” se encargaba de adentrarnos en ella.
Bien es cierto, que los de Aranjuez fueron perfilando el sonido lentamente hasta que de la mano de “San Junipero”, acabaron de afinar el distorsionado efecto. Sin duda, la actuación fue de menos a más. “Pulp Fiction” y su misteriosa energía siguieron con lo suyo, mientras que Julia no se daba ni un solo respiro. Quizás la idea de situarla en un rincón del escenario no hace justicia con el protagonismo de sus baquetas, pero nadie se lo piensa cuando toca rendirse a sus pies.
Un partido que se fue remontando minuto a minuto, adentrándose en una “Nebulosa Jade” oscura y misteriosa que desata el sentimiento de cualquier intruso. La psicodelia y el ritmo incansable de Julia, decidieron dar paso a la traca final de la mano del intenso tema “Druyan & Sagan”, dejando sin aliento a todos los valientes que le intentaban seguir el ritmo.
Momentos y destellos electrónicos interminables, falsos estribillos y una insaciable intensidad se iban metiendo en el bolsillo a un público hipnotizado, que denota la tremenda solidez de esta banda. “Final Fantasy” fue la encargada de protagonizar la primera escena de un apoteósico final, revolcándose en lo más profundo de un mundo ideal que daba paso al temazo “Magnolia” y su característica e imperfecta psicodelia.
Su nueva propuesta se está haciendo hueco entre los más grandes y no es para menos. Los madrileños lograron moldear la actuación al gusto del público, sin dejar de crear historias y melodías que los están llevando a lo más alto de la escena actual.
Víctor y los suyos se rindieron a los pies de todo el amor que les dio Barcelona, emocionados por el cariño de todos los asistentes que los acariciaban entre aplausos. Estaban tan a gusto que durante la actuación se animaron a improvisar algo más de la cuenta con el permiso de unos asistentes que agradecían la bocanada de aire fresco.
Hay que decir que el éxito de Rufus no es fruto de la casualidad. Sus sólidos pasos denotan que son buenos músicos y sus destellos de Led Zepellin, Pink Floyd o Tame Impala, consiguen la empatía de cualquiera que se ponga por delante.
A buen seguro que los de Aranjuez no dejarán de colgar el cartel de “Sold out” por donde quiera que vayan.