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El artista evolucionó del reggae a estos tres estilos que presentó en las 16 canciones de su disco “Klima” (RaDi Records, 2022). Algo que va más allá, digamos un indicador clave del momento de su carrera artística.
De hecho, Adala se tomó dos años para componer “Klima” y le ha dado sus frutos. Fue cocinado a fuego lento en el estudio de “l’Antàrtic”, un centro, multidisciplinar y autogestionado por ellos, sin prisa, sin horarios, sin presiones para que la inspiración se despliegue libre cuando llegue.
Cuando lo presentó, el año pasado, ya lo recibimos como un disco fruto de un proceso reflexivo y de muchas referencias. De hecho, es un disco lleno de trabajo teórico y con presencia literaria de conciencia medioambiental a través del libro “La próxima revolución” de Murray Bookchin, pedagogía y distopías sociales de ficción en clave política que podemos ver en libros de Úrsula K. Le Guin.
Libros de donde nacen sus letras, palabras que forman imágenes con metáforas muy claras y que nos trasladan una crítica social, muy de Galeano, otro de sus referentes. De hecho, Galeano es su fuente de inspiración principal, referente en la poética y en la forma de ver el mundo. Su libro favorito del escritor urugayo es “Patas arriba”.
Así también lo ha documentado en su último vídeo “Adala en ruta” presentado hace menos de una semana y en que cuenta su experiencia de volver a girar en ruta a través de la música:
“Sortir de l’estudi, mirar per la finestra, el paisatge passa i jo veig passar en ells tots els meus núvols. La música és un viatge, un camí que et porta lluny de casa. El que ajunta un poble amb altra i que no es pot fer sense deixar petjada. I és que fer música per mi és com fer ploure. Fer baixar un núvol col·lectiu que és la suma de molts núvols. Que floten entre els caps de la gent i que quan les ànims s’ajunten es desfan en aigua. La nostra música deixa de ser nostra, deixa de ser del Klima que l’ha provocat, passant a formar part d’un cicle molt més ampli. És llavors quan sento l’amplitud més gran de la qual m’he sentit mai partícep. Ja no sóc jo qui canto, és molta gent cantant a través meu.”
Un discurso, un texto que llega y que trasladó en pequeñas dosis a su público durante todo su concierto.
¡Vamos al concierto! Con la Paral·el 62 en Sold Out, se apagaban las luces y el público esperaba ansioso el espectáculo. Empezamos el viaje con un primer bloque de éxitos, de canciones memorizadas de pe a pa por su familia, que es su público: “En nom teu” y “Urras”, un tema inspirado en el libro de “Els desposseits” de Úrsula K. Le Guin, como él dice: “la reina de la ciencia ficción como herramienta de transformación social”. Le siguieron la mítica “Money”, “Drames” i “Miam sem blab surd”, con las que Barcelona bailaba haciendo vibrar la sala y Barcelona entera podríamos decir, sin dejar de cantar todos los versos.
Así, haciéndonos cerrar los ojos como si de escuchar mantras se tratara, llegaron temas hechos de barro y de tierra, como: “Vaig dir-te”, “Gènesi”, “Mateix foc” y las tres aclamadas: “Malafici”, “Nòmada” y “Cicles”.
Conectadas a ese Klima y al reggae que se evidencia en su esencia y con el que arrancó el tercer bloque, después nos llevó a otro terreno más mestizo, una nueva parte del viaje en que se mezclaban estilos como dancehall o el funk con temas como “Foc lent” y “Amor, Lluita i Familia”, que nos regala un movimiento mucho más allá del reggae con sonidos electrónicos. Entre los cuales se coló su “Aire” una propuesta electrónica de gran madurez.
Adala siempre muestra su intención de formar parte de un motor de cambio, de encender la llama desde ese altavoz que es el escenario hacia un mundo más humano, más conectado con la Tierra y más justo donde las vidas sean dignas como merecen. Lanzó mensajes en tono reivindicativo, como es de habitual en Quim Simó, en relación a la política mundial, a la guerra, a la necesidad de un cambio: “El canvi serà il·legal o no serà”, discurso que acompañó de temas como “El foc que moy la terra” y “Il·legal”.
Después de más de una hora, el artista se despedía de Barcelona con canciones que no podían faltar: “Saber tornar”, “Por”, “Arribarà” y “Outro”.
El equipo de Metronome gozamos de la actuación de Adala y nos quedamos enamoradas de ese Klima que caracteriza no sólo a su música sino a su gente. Del buen rollo que se olía en Barcelona, de esas almas bailando en la misma atmósfera.
Su crecimiento musical se hace evidente con conciertos como el que vivimos en la sala Paral·lel 62 de Barcelona. Su voz tiene alma propia y la fórmula en que se desarrolla con instrumentos, efectos y mandos técnicos hizo realmente del concierto de Adala, un Klima singular en Barcelona.