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20/06/2025El 13 de junio de 2025, el Sant Jordi Club de Barcelona no fue un simple escenario: fue un campo de batalla emocional, marcado por un sold out, un santuario del pop-rock español donde Amaral demostró que sigue sabiendo reventar el escenario, acariciar y electrizar con la misma intensidad que hace veinte años... pero ahora con más elegancia y más intensidad emocional.
Aparecen un poco más tarde de lo habitual por pequeños fallos técnicos, con su gira Dolce Vita Tour. Eva Amaral y Juan Aguirre se plantaron ante un público entregado con la firmeza de quienes no necesitan demostrar nada, pero lo hacen igual, y lo hacen de lujo.
‘Dolce Vita’, el tema que da título a su último disco, abrió el fuego. No fue una entrada suave: fue como si te abrieran la puerta de un club secreto a las tres de la madrugada y Eva Amaral te agarrara del alma para arrastrarte a bailar. A partir de ahí, el repertorio osciló entre la pura euforia guitarrera y la introspección más afilada. Nuevas canciones como ‘Rompehielos’ y ‘Los demonios del fuego’ convivieron con joyas inmortales como ‘El universo sobre mí’ o ‘Sin ti no soy nada’, que, por mucho que las hayas escuchado mil veces, siguen doliendo (o sanando) según cómo tengas el corazón.
La escenografía fue sobria, casi minimalista. Pero Eva no necesita humo para incendiar. Su voz, limpia y poderosa, recorrió cada rincón del Sant Jordi Club con una mezcla de ternura y fuerza bruta, únicamente pantallas que reflejaban su cara y alguna escena como el homenaje a Victor Jara, un momento de reflexión y lucha, donde la cantante nos guía diciendo que ‘No se puede morir el alma del que sigue presente en nuestros corazones y nuestros oídos’, en el final del discurso nos ofrece su descontento con la situación en Gaza. Juan Aguirre, por su parte, fue pura concentración eléctrica: no habla mucho, pero cuando su guitarra suena, te cuenta historias sin necesidad de palabras.
El público —una mezcla intergeneracional que iba desde veinteañeros con ganas de descubrir a los Amaral más crudos hasta fieles seguidores de toda la vida— lo dio todo. Cánticos a pleno pulmón por estos clásicos que nunca fallan, sonaba ‘Sin ti no soy nada’, ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’ y ’El universo sobre mi’ , lágrimas discretas y coreografías improvisadas se entrelazaban entre tema y tema, creando una atmósfera de comunión rara de ver en estos tiempos donde todo parece impostado. Aquí no. Aquí se sentía real.
‘Ahí estás’ cerró la noche como una caricia después de una tormenta. Sin aspavientos, sin fuegos artificiales, pero con esa contundencia emocional que te deja con un nudo en la garganta y la certeza de que has vivido algo que importa.
Amaral no solo volvió a Barcelona; volvió a arrasar, a reconquistar, a recordarnos que el pop-rock español aún puede ser emocionante, profundo, y sí, jodidamente sexy sin perder reivindicación. Si la Dolce Vita es esto, que no se acabe nunca.
Autoras de la crónica

Nur Ribas
Desde pequeña y de manera intuitiva, me ha interesado el acto de capturar momentos y conservarlos, para que no desaparezcan. Estudié Historia del arte, conservación de archivos fotográficos y música, pero es al fotografiar conciertos y artes escénicas cuando siento una felicidad más genuina. Las artes nos alimentan y con ellas ¡resistimos!

Sandra Gómez
Arte como forma de vida. Siempre pegada a los cascos y que no falte música en mi cabeza. Adicta a los tatuajes y apasionada de la naturaleza. En mi lista de reproducción no puede faltar R&B, Silvia Pérez Cruz y Buika. Me encanta explorar nuevos grupos, me resulta difícil encasillarme en un solo género.