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27/03/2024Ocho meses después del lanzamiento de su aclamado EP "Alto Cielo", Queralt presenta una nueva experiencia en directo, que se sumerge en las raíces y el alma de sus canciones, tejiendo un telar de intimidad y autenticidad.
Así la vivimos el pasado jueves en una sala Paral.lel 62 hasta arriba en la gira Todo se puso azul, en formato íntimo de voz y guitarra.
Ya vivimos la ‘Pureza’ de la colomense en su primer largo, un disco donde la tradición flamenca se fundía con el vanguardismo urbano, con honestidad y respeto. Y con Alto Cielo nos deja claro que se mueve y se goza todos los palos desde sus orígenes, como punto de partida.
Queralt llegaba a Barcelona acompañada de Daniel Felices, a cargo de la guitarra. Este compositor, cantante, guitarrista y una de las voces de D'Callaos, lleva años colaborando con la artista en la propuesta musical de De la Carmela.
El escenario, simple pero cuidado, era digno de un acústico donde el foco era la voz, lo puro, lo imperfecto. Con nada más que un cielo detrás de ella y Daniel Felices, comenzaba el viaje con ‘Tan rico’.
Tras el primer tema, llegó la aclamada ‘Línea 18’ o como sus fieles la llaman: la gitana. Después nos regalaba ‘Valor’ y ‘Tu boca’, con la que cerraba el primer bloque.
El segundo despegue empezó con ‘Aurora’:
De todo aquel fuego vive la candela
y no debe crecer
cayeron los muros y la Torre la Vela
nos vio florecer.
A lo que sumó la leyenda de Carlos Cano: ‘María la portuguesa’. Un regalo sobre la clásica canción que cuenta una historia de amor entre un marinero muerto a tiros y María, una misteriosa mujer.
Sin duda, en ese momento en que las mujeres referentes tomaban el espacio no podía faltar el tema que le dedica a su abuela ‘María La Molinera’ seguido del frescor y el regocijo de ‘Si la luna quiere’.
Conectada a sus raíces, a su tierra, a su Andalucía querida de la que vino la molinera, nos llevó ‘De la cueva a los olivos’ para luego presentarnos ‘El alijo’, un acercamiento a la bachata que presagiaba un segundo disco para bailar con lágrimas en los ojos.
El último bloque del concierto nos pareció el desenlace de un vuelo sinuoso pero vertiginoso, que continuaba ascendiendo con la certeza de que estábamos firmemente sujetas y capaces de disfrutar plenamente incluso en medio de los desafíos, como lo experimentamos con la energía revitalizante de ‘Vendavales’.
El recorrido llegaba a su fin con ‘No me salves’ y ‘En otro lugar’ culminando con la emotiva ‘Al alba’ de Luis Eduardo Aute, al que ya le había rendido homenaje. Un único bis bastó para que Queralt acortara aún más la distancia y nos elevara al alto cielo.
Una vez más nos quedó claro: Queralt Lahoz vino a ganar y no a intentarlo.