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06/07/2024Alice Cooper con un espectacular Vincent Damon Furnier, precursor del shock rock o rock teatral, junto al resto de su brutal banda compuesta por Nita Strauss, Ryan Roxie y Tommy Henrikson a las guitarras, Chuck Garric al bajo y Glen Sobel a la batería aterrizó el pasado viernes 28 de junio en el ALMA FESTIVAL que se organiza este año en el Poble Espanyol de Barcelona.
La banda de heavy metal lleva más de 50 años ofreciendo espectáculos dignos de presenciar al menos una vez en la vida porque, a parte de disfrutar del mejor rock gótico, ofrecen un show teatral impactante que mezcla el horror y el vodevil y en el que muestran guillotinas, o monstruos gigantes entre muchas otras sorpresas.
Los fieles seguidores de Alice Cooper ya saben lo que se van a encontrar encima del escenario porque, aunque sus espectáculos suelen seguir un mismo guion repitiendo alguna de sus míticas escenas, saben que van a presenciar el mejor rock con un toque divertido en sus sátiras teatrales incluyendo auténticos hits y clásicos que no pasan desapercibidos.
El concierto tenía como hora de inicio las 21:30. Media hora antes de empezar el espectáculo, se deslizó una tela negra que tapó por completo el escenario y donde se intuía que comenzaban los preparativos del evento. Mientras todo se iba preparando entre bambalinas y con algunas gaviotas inquietas como espectadoras de lujo sobrevolando la plaza mayor del recinto, se levantó una pequeña brisa que era de agradecer mientras el aforo se iba llenando paulatinamente hasta llegar al lleno total.
Faltaban cinco minutos para que dieran las nueve y media de la noche, cuando aparecieron por cada uno de los lados del escenario dos personajes vestidos totalmente de negro con máscaras de cuervo agitando unas campanillas que daban inicio al show. De repente, la tela negra que cubría el escenario cayó y dejó al descubierto toda la escena mientras sonaban las primeras notas de “Welcome to the show” perteneciente al último álbum de la banda titulado “Road” (earMUSIC, 2023). En el centro se mostraba una pancarta gigante recreando una página de un diario en la que se leía “BANNED IN SPAIN! ALICE COOPER” junto a una fotografía de un primerísimo primer plano de los ojos del cantante. Una pancarta que atravesó Mr. Furnier para aparecer frente a su público. A ambos lados del escenario presidían dos balcones de madera similares a los que tenían los antiguos galeones españoles de principios del siglo XVI y una espectacular pantalla gigante de fondo que recreaba un vitral gótico.
Aunque la mayoría del espectáculo se fundamentó en sus mayores éxitos de los setenta con temas como “Under My Wheels” o “No more Mr. Nice Guy” sí que rescató del fondo del armario un emocionante “Bed of Nails” de su mítico disco “Trash” de finales de los ochenta con el los catapultó nuevamente a las primeras posiciones de todas las listas y radios musicales del momento. Desde el primer instante, pudimos ver que la banda iba muy en serio concatenando canciones consecutivamente sin parar mientras encima del escenario Vincent se iba despojando de su elegante atuendo y nos iba regalando un sinfín de interpretaciones: sacando un florete a modo espadachín retando al público, jugando con una muñeca en “Cold Ethyl”, pasándoselo en grande con su “esposa” Sheryl en “Go to Hill” o manejando una muleta con la que iba dirigiendo a la banda a modo de director de orquesta.
Iban sonando todos los imprescindibles de la discografía de Alice Cooper, “I’m Eighteen”, “Be My Lover” o “He’s Back” donde la máscara de “Jason” cobra un protagonismo especial, la esperada “Billion Dollar Babies” en la que vuelve a cambiar de vestuario engalanándose con un tres cuartos tipo domador, “Lost in America” y así hasta llegar a “Hey Stoopid” donde, aparte de atravesar con su bastón a un correoso paparazzi, Glen Sobel nos regaló un soberbio solo de batería con un sin fin de trucos malabares. Cabe mencionar que esto sirvió para dar un pequeño respiro al resto de la banda.
Llevábamos casi una hora de concierto cuando sonó la power ballad más famosa del grupo, “Poison” con la que pidió al público que levantaran las manos y cantaran al son de la canción. A partir de aquí, podríamos decir que vivimos una segunda parte del concierto con “Feed My Frankenstein”, el brutal solo de guitarra que se marcaron los tres guitarristas destacando por encima de los demás la gran Nita Strauss con su Ibanez Jiva y “Ballad of Dwight Fry” camisa de fuerza incluida que dio paso a la famosa escena de la decapitación del artista en “I Love The Dead”.
Uno de los momentos de la noche vino justo después de la resurrección del cantante con la interpretación de “Elected” donde, rodeado de banderas estadounidenses y en plena campaña electoral americana, se postuló públicamente como candidato a la presidencia encima de un improvisado atril. Después de esta ovacionada demanda, se dirigió a sus seguidores con un “one more?”, a lo que el público respondió con un sonoro “Si”.
El artista volvió al escenario para poner el punto y final del show de blanco impoluto, chistera incluida, para interpretar una hibridación de la imprescindible “School’s Out” con la PinkFloydiana “Another brick in the wall” y con la que aprovechó para presentar a toda la banda, a los actores y al resto del equipo técnico dando paso al fin del espectáculo con globos gigantes incluidos.
Alice Cooper quizás no se caracterice por ser un cantante con una voz prodigiosa, pero a sus 76 años, es de admirar como sigue dándolo todo sin desafinar encima del escenario. Cabe decir que los miembros de la banda que le acompañan son músicos extraordinarios que complementan a la perfección al show que montan y que las cómicas actuaciones que ofrecen los actores acaban haciendo un espectáculo perfecto.