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14/11/2019Hay veces que aprovecho más los conciertos como momento de ocio que como trabajo. Sé que siempre debería ser la primera opción, pero hace ya tiempo que un concierto para mí ya no es “disfrute a full” que se suele decir. Es una lástima, pero me lo he buscado yo solito. Aún así, las ganas de ver a ciertas leyendas o ciertos genios virtuosos de las letras, las guitarras, los bajos y los pianos, provocan que todavía me siga tragando ciertas cosas que aquí no voy a exponer. Sea como sea, esta vez, volví a disfrutar como disfrutaba de los conciertos cuando empezaba en este mundillo que parece un desierto congelado, y os voy a contar el porqué. Hay veces que cuento historias bonitas, y esta es una de las que más.
Hoy, hijos míos, os voy a hablar del pedazo de trozo de concierto que se marcaron Iseo, Dodosound y sus Cazarratones en Razzmatazz el día 8 de noviembre del 2019.
Esta historia empieza en agosto del mismo año, pero sería irnos demasiado atrás y esto no es HYMYM (Cómo Conocí A Vuestra Madre, en castellano), así que vamos a saltar directamente al mencionado y bendito día del concierto.
Esta vez llevaba buena compañía, estaba yo guiando a la nueva redactora de FreeWorld Media en su primer concierto como prensa. Esto no pasa cada día. Por una vez llegamos con margen más que de sobras a la hora de llegar a la sala, tanto que nos dio tiempo incluso de hacer un buen bocadillo vegetal, de aquellos que a mi me molan tanto. Ella decidió no pasarse comiendo dada la situación excepcional en la que se encontraba.
Una vez acabamos la tradición, bajamos a la sala, ella, nerviosa, es su grupo favorito, o eso dice, y yo preparado para acribillarlos todo lo que pueda ya que sólo tenemos tres temas para disparar (fotos, evidentemente). Recordad, disparar está bien si no es con un arma. Me voy al foso, donde me encuentro a aquella persona que siempre dispara en alto, y me quedo esperando la magia.
Ella, sola en tercera fila, todavía no sabe la que le espera. Va a ser una gran noche. Se apagan las luces, Se encienden los focos, y nos inunda una instrumental (Santa Águeda?) de introducción que no sabría yo reconocer. Dodosound, ahí, detrás de una mesa de mezclas triple, dando la nota literalmente, y cómo la clava. Termina su exhibición de genialidad y empieza el concierto.
Bullnackies(?) suena bien, suena a nuevo, no es nada que yo haya escuchado antes tampoco, así que bien podría ser algo fresco. Va siendo hora. Hay ansia de más material, y es algo general. Esta rima también te la regalo.
No nos hace falta esperar mucho para empezar a reconocer melodías, ya que Roots In The Air avanza potente, imparable, sin pausa. La genialidad se deja notar e Iseo, a quien todo el mundo aquí considera “crush máximo”, se mueve por el escenario grácilmente. Su “navarrez” se nota, así como su fluidez ahí arriba.
(My Microphone)
De vez en cuando me giro hacia el público para echar un vistazo a la novata, y cuál es mi sorpresa al verla en pleno lagrimazo al sonar “Flower Of The Desert”. Es tan adorable que no puedo evitar sacarle algunas fotos. En pleno éxtasis me mira, yo sigo disparando, y sonríe como sólo ella sabe. Es una flor libre. Quedará la foto para el recuerdo.
Para cuando empezó a sonar “No Pain” yo ya volvía a estar fuera del foso, con mis 500 fotos en la tarjeta de memoria y habiendo terminado mi trabajo, más o menos. Me fui directo donde estaba mi acompañante. Ya sabéis lo que opino de esta canción, es capaz de curar todos los males, pero no voy a volver a repetir la broma que hice cuando la previa, porque aunque tiene su gracia, es de mal gusto y esto no es FWM. Se repetirá sola en la cabeza de quien la leyese en su momento, o quien vaya a leerla ahora.
(Freedom - I Do, I Don’t)
Y llegó mi canción favorita de este dúo: “Frozen Desert”. Y es que esta tiene su implicación en mi persona, pero es asunto privado. Lo que os puedo asegurar es que la sala aquél día un desierto congelado no era. De hecho era justo lo contrario, era una especie de horno a fuego lento abrumador lleno de Dub. No hay queja al respecto. Yo seguía en mi éxtasis de vibras sin final apreciable.
(Zombies - MAOTM - Same Love - Riff Raff)
“Dame” de eso dame, porque de esos ojos no me olvido. La eterna duda. Las respuestas claras sólo por una de las partes, mientras la música seguía soltando interrogantes. Otra rima para ti. Salen solas. El poder de Iseo y la fuerza de Dodosound.
El cover de Compay Segundo, “Chan Chan” fue el trance quizá más bestia que he vivido yo en un concierto. Quizá más y todo que el concierto de Tiken del 2016 en el Rototom que ni siquiera pude escribir en su momento de lo basto que fue. Pues este, todavía más. Me vi de repente secuestrado por el sentimiento que tenía delante, me vi nublado, en otra tierra, en otro universo. Solos, ahí, a oscuras. No había nada más que esto. Y música, y yo que me estaba derritiendo, haciendo esfuerzos por no hacer cosas impropias de la situación vivida. Pedazo de experiencia que traspasó las fronteras de lo imaginable. Os juro que sólo llevaba un bocadillo vegetal. Promesa. #almostdrugfree.
(Digital Shots)
Fresh Air era lo que necesitábamos después de tal torrente de emociones. Esta en cuestión fue regalada al público en dos partes, entre las cuales hubo Cat Platoon, la primera canción que escuché de esta buena gente. No podrían haberlo hilado mejor: tu, yo, aire fresco, cat platoon, y un acústico, no sé, piénsalo, porque yo lo tengo claro. El buen combo, señoras y señores.
(The River - Vampire)
Y para terminar, qué mejor que “Broken Speaker”, cosa que perfectamente podría haber pasado después de tal caña que les pegaron a los autoamplificados. Espera, quizá la pusieron al final por eso mismo, para dar a entender que si quisieran podrían haber hecho explotar los bafles de sonoridad pésima que hay en la sala. Bien jugado, chavales, bien jugado.
El evento terminó presentando a todos y cada uno de los participantes en él, mientras de fondo sonaba un cover del “Row Fisherman Row” de Congos, que ya lo podrían haber tocado también porque tela con el estilazo. Estaba yo más flipando por eso que no por los efectos de vídeo del final.
Y así nos fuimos mi novata y yo, flipando en colores y en sentimientos encontrados aquél día en la sala Razzmatazz de Barcelona, una noche que difícilmente vamos a olvidar.