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06/11/2019Una noche muy cinematográfica nos esperaba en Barcelona el 30 de octubre. Kyle Eastwood, hijo del legendario director norteamericano Clint Eastwood, presentaba nuevo disco en la Sala Barts, dentro del 51 Voll-Damm Barcelona Jazz Festival.
El músico norteamericano es todo un hombre renacentista: músico, actor y compositor, pero es que lo del arte lo lleva en las venas. Siendo hijo de quies es, más allá de utilizar el apellido paterno para ser más reconocido, tiene un claro talento musical para deleitar con su contrabajo.
Esa noche esperaba un repertorio que incluía música de algunas de las obras maestras del cine moderno y del de toda la vida: desde Gran Torino a La Pantera Rosa, pasando por Cinema Paradiso o Bullit, por citar nombres de clásicos del cine que el contrabajista norteamericano se atrevió a hacer sonar junto a su banda. Se adaptaban todos a un estilo jazz en algunos casos, y en otros incluso tocando la melodía original.
El público que venía a escuchar a Kyle Eastwood se encontró con una entregada banda que arropada a Eastwood y sobre todo, buena música y melodías más que reconocibles que habían adornado sonoramente grandes momentos del séptimo arte. Suyas son, por ejemplo, las bandas sonoras de Invictus (2009) o Gran Torino (2008). Tener como referencia a un padre del calibre de Clint Eastwood seguro que abre muchas puertas, pero Kyle se lo ha ganado por su talento y por su capacidad para recrear atmosferas y emociones que dotan de una vida especial a las películas a las que da banda sonora. Una actuación que empezó de manera enérgica, y fue todo un detalle que se dirigiera al público en inglés y en un más que correcto español.
La Sala Barts, totalmente a oscuras para conseguir una experiencia aún más inmersiva, se convirtió en un gran plató de cine. La banda de Eastwood, que era lo único iluminado en todo el espacio, subida al escenario tocando melodías que se inspiraban en Marruecos, por ejemplo, demostrando que gracias únicamente a la música es posible viajar a otras tierras.
Kyle Eastwood sabía hacer magia con sus dedos, tocase lo que tocase, pasando de su reconocible contrabajo a la guitarra. Todos los cambios con miembros de la banda entrando y saliendo del escenario con total armonía y fluidez, demostrando una complicidad fuera de toda duda. No en vano consiguieron hacer vibrar al público en unas largas tandas de aplausos tras cada tema que sonaba.
John Williams, Ennio Morricone o Lalo Schifrin son algunos de los grandes nombres de la música cinematográfica que Kyle Eastwood y sus chicos hicieron sonar esa noche desde sus instrumentos. En resumen, amor por el cine fue lo que se palpaba en el ambiente esa noche, era como estar dentro de la última película de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood.
Entre sonrisas cómplices de los miembros de la banda y su música que hacía mover los pies aunque el público estuviera en butacas, la apenas hora y media de concierto se pasó en un suspiro.
Para terminar un concierto de música cinematográfica por todo lo alto, es mejor hacerlo con una de las canciones más icónicas de la historia del cine: el leitmotiv de la Pantera Rosa. El momento perfecto para que todo el público sacara sus cámaras a grabar para despedir con este clásico más que reconocible para todos los oídos. Esa noche la Sala Barts fue lo más cerca que se pudo estar de Hollywood en toda Barcelona.