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24/10/2018Maravillosa muestra de gratitud y empatía de Manolo García. Pudimos disfrutar de este gran poeta y de su inagotable energía, este sábado 20 de Octubre en el Palau Sant Jordi presentando su nuevo disco Geometría del rayo (Sony Music, 2018). Creando una ligera y breve tensión, el artista apareció veinte minutos más tarde de lo esperado. Sorprendido por pisar por primera vez el pabellón (tras casi cuatro décadas de carrera), dedicando el concierto a Adrià Puntí e Ivette Nadal y prácticamente nadando entre la multitud de seguidores, además de ofrecernos tres inolvidables horas de concierto.
Se apagan las luces y aparecen imágenes de perros en ambas pantallas situadas en los laterales del escenario. Se abre el telón y se escucha la potente melodía de la violinista Olvido Lanza y la primera canción ‘Malva’. Así empieza la primera parte de un extenso concierto, que se divide en nuevas melodías y grandes clásicos.
Las canciones que se marcaron un buen solo fueron ‘Con los hombros azules’ donde aparece Víctor Iniesta, a guitarra clásica dejando al público totalmente hipnotizado. Más el propio Manolo García, coge la armónica y nos ofrece una dulce y melancólica introducción en ‘Océano azul‘. El momentazo más apreciado por el público que provocó muchas ovaciones fue en ‘Ruedo, Rodaré’ con la colaboración vocal de su hermana Carmen García, aunque, fue el solo de batería de Sarah Tomek el que sedujo completamente la expectación del público.
Fulminante, definiría así la destreza Manolo García al empatizar y sensibilizar con el público, es brillante como consigue conectar con facilidad. Dando su abierta opinión sobre el feminismo y el respeto ante todos los obreros que se dejan la piel trabajando para salir adelante. Para introducir la canción ‘Sombra de la sombra de tu sombrero’ mencionó la desigualdad de género y el amor libre. Hizo un ‘‘stop’’ para concienciar de todos los anuncios machistas que nos tragamos constantemente. Me gustaría pensar que cumplirá algo que comentó muy por encima ‘algún día me gustaría hacer un concierto montado por mujeres, las mujeres moláis mucho’ (me pareció una iniciativa maravillosa, que ojalá cumpla). Estos momentos de rebeldía, me calaron muy profundamente. Por las ovaciones y los aplausos que recibió, me da la sensación, que no fui la única.
Gran momentazo, el giro enorme que pegó la gente al escuchar ‘Como un burro amarrado en la puerta del baile’ de su anterior grupo El Último de la Fila, mucha gente bailando y pasándoselo en grande. En el momento menos esperado, aparecieron pelotas de colores y explosiones de confeti, junto al escenario. Esta iniciativa hizo que no parara la energía hasta finalizar el concierto. Justo antes de empezar ‘Pájaros de barro’, se hizo una muy leve pausa, en la que aprovechó para cambiarse el ropaje. En este breve lapso de tiempo hubo un momento de belleza en el silencio, se alzaron los móviles de la multitud de personas (que agotaron las entradas de ese mismo día) e hicieron de luciérnagas en la oscuridad del momento, seguido de aplausos para que empezara la canción.
Desprendió una energía envidiable, agradecido por tocar en la Barcelona que le vio crecer. Decidió mostrar su gratitud abalanzándose al público en repetidas ocasiones y manteniéndose cercano en cada momento. Bailaba, se subía a los amplificadores, animaba al público (un poco quieto en un inicio esperando a que vinieran los grandes clásicos). Sin duda, un concierto memorable, ha conseguido conquistar nuestros corazones con su humildad.