
The Lottery Winners: Get up and start again!
20/12/2025La noche del 19 de diciembre traía fuera del Palau un fresco acompañado de llovizna, en cambio, dentro nos esperaba un calor distinto: uno que no venía solo de la multitud, sino de esa sensación compartida de haber esperado algo grande. Era el cierre de la gira Greatest Hits Tour, con la que Mónica Naranjo celebraba tres décadas de voz, riesgo y complicidad con su público.
El reloj marcó las 21:05 y, tras una apertura manejada con elegancia, se apagaron las luces y aparecieron los gritos de euforia hasta que Mónica pisó el escenario. La ovación fue espectacular, como si el público hubiera contenido la respiración desde que compró la entrada.
Mónica hablaba desde el amor y la ternura que le caracterizan, desde el amor que siente por Barcelona y su público apasionado. Desde los primeros acordes, estaba claro que esta noche no era un recital más: era una conversación íntima con cada canción y, por extensión, con cada historia personal que el público había vivido con ella. Clásicos como ‘Sobreviviré’, ‘Desátame’ o ‘Pantera en libertad’ fueron recibidos con esa mezcla de cariño, nostalgia y energía que solo se siente cuando un repertorio ha marcado vidas enteras.
Lo que distingue a una diva de una performer estrictamente técnica es la capacidad de modular intensidad, y Mónica lo hizo con maestría. Había momentos en que su voz parecía susurro, quebrándose justo en el punto en que todos contenían el aliento; al instante siguiente, explotaba con una potencia en la que era imposible no vibrar en su sintonía, sentir esa fuerza interior como estalla al salir. Ese efecto de “mirarte a los ojos aunque no te conozca” es raro, pero se sintió esa noche.
Visualmente, la noche fue elegante, con un arsenal de vestidos bajo la manga y unas pausas entre vestidores que nos enseñaron la calidad de coreografías y coristas con mucho potencial. Cada pausa era un capítulo del libro de su carrera. Unos gráficos en la pantalla central mostraban imágenes muy trabajadas que permitían reforzar el hilo de las canciones.
Hubo risas, claro —esas carcajadas discretas que brotan cuando alguien reconoce una línea de letra que lleva años repitiendo en la ducha— sabiendo además que su familia estaba allí contemplando este momento que definió como ‘me siento como estar en casa, cantando en mi salón’ ¡Menudo regalo que se sintiera así! También tuvimos un momento muy emotivo. Claramente brotaron los llantos cuando desde el amor dedico a su hermano fallecido ‘Empiezo a recordarte’ una de sus canciones favoritas (que también dedico a su hermana). Recordar este momento hace que vuelvan de nuevo esa nubla en la vista que avisa que pueden brotar de nuevo las lágrimas.
Tuvimos una sorpresa, Nebulossa apareció en escenario junto a la protagonista, con ‘Venenosa’. También añadir que me sorprendió muchísimo escuchar la canción de las 'tentaciones' pero no le quiero dar protagonismo... Porque fue sumamente extraño, aunque lógico, sigue siendo parte de su trayectoria.
Al final, cuando los acordes de la última canción se desvanecieron y las luces comenzaron a subir, la gente permaneció un segundo más en sus asientos, como si nadie quisiera que aquello se fuera. Después, salimos al aire de diciembre y —curiosamente— el frío nos pareció amistoso. Porque habíamos vuelto a sentirnos vivos, acompañados y comprendidos por una voz que ha crecido con nosotros.
Fue una noche inolvidable, cantada al unísono por una mujer que ha pasado 30 años contando historias que también son nuestras. Gracias por tu ternura, por tu calor y por acompañarnos tantos años desde el amor.
Autoras de la crónica

Sandra Gómez
Arte como forma de vida. Siempre pegada a los cascos y que no falte música en mi cabeza. Adicta a los tatuajes y apasionada de la naturaleza. En mi lista de reproducción no puede faltar R&B, Silvia Pérez Cruz y Buika. Me encanta explorar nuevos grupos, me resulta difícil encasillarme en un solo género.












