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22/07/2025El pasado lunes 14 de julio, el Alma Festival acogió en el Poble Espanyol de Barcelona al puertorriqueño Residente, en una noche que combinó música, política y emoción en dosis iguales. Lo que prometía ser un concierto terminó siendo una declaración de intenciones.
Pasaban las diez y cuarto cuando el público —ya impaciente y ondeando banderas de Palestina— comenzó a silbar con entusiasmo antes incluso de que sonara el primer acorde. La expectación era máxima. Sobre el escenario, un chelo eléctrico marcó el inicio de una velada atípica. Con ese primer aliento sonoro, se intuía que aquello no iba a ser una noche cualquiera.
René Pérez, conocido por su activismo y su lírica cargada de crítica social, irrumpió con fuerza con El baile de los pobres seguida de No hay nadie como tú, mientras la plaza estallaba en vítores. A los pocos minutos, el artista interrumpía la música para lanzar su primer alegato: defensa de la sanidad y la educación pública, reconocimiento a quienes luchan por el bien común, y una crítica directa al sistema. También presentó sobre el escenario a un joven artista palestino, con quien dijo haber conectado por internet, y a quien describió como “amigo y compañero”.
A medida que avanzaba el show, clásicos como Atrévete-te-te, El aguante o Muerte en Hawái sacudieron al público, que cantó cada verso con euforia. El ambiente era cálido, tanto por la temperatura como por la energía colectiva de una Plaça de l’Ajuntament del Poble Espanyol completamente abarrotada.
Entre canción y canción, Residente aprovechó para presentar a cada integrante de su banda, originarios de distintas partes del mundo. Una especie de ensamble multicultural que da forma al característico sonido del artista, rico, híbrido, imposible de encasillar.
El momento más político de la noche llegó con una nueva referencia a la situación en Palestina. Con una bandera al cuello, Residente lanzó un mensaje directo:
“Queremos presos a todos aquellos que niegan lo que está pasando”.
La respuesta del público fue inmediata y rotunda:
“Free, Free Palestine”.
A continuación, la banda interpretó Guerra, en uno de los momentos más conmovedores de la noche. Le siguieron This Is Not America, Latinoamérica y Chulin chulin chunflá, así como su colaboración con Bizarrap, la BZRP Music Session Vol. 49.
Pero la gran sorpresa estaba reservada para el final. Sin previo aviso, Sílvia Pérez Cruz apareció en el escenario para interpretar junto a Residente 313, una de las colaboraciones más celebradas del último álbum del rapero. El público enloqueció. Fue un instante mágico, casi irreal, que muchos soñaban con ver en directo.
El cierre llegó con Vamo’ a portarnos mal, una despedida a la altura de una noche que no fue solo fiesta ni solo protesta: fue ambas cosas a la vez. Una celebración con conciencia.
Residente, quédate. Haz residencia en Barcelona. Necesitamos más noches como esta.
Autores de la crónica

Ricard Novella
Fisioterapeuta y fotoperiodista, apasionado de las artes escénicas en general y de la música en particular sin importar el género, grupo o millones de seguidores. Adicto a la adrenalina de un buen concierto y de la felicidad de su ambiente, despierto y atento, buscando el mejor momento.

Carla Urgell
Trabajo en el sector tech, y sí: me pagan por montar fiestas y asistir a ellas.
Amante de la música, la lectura, los vinos con amigos en alguna terraza, los días de playa... y siempre defensora del frío (sí, soy de las que disfrutan del invierno).
Melómana empedernida: por Springsteen o Ed Sheeran, vendería un riñón sin pensarlo dos veces.