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Al lío.
Al bueno de Paul Simon le escuché yo por primera vez yendo hacia el instituto, cuando debía estar en 3º o 4º de la ESO. Recuerdo que me llevaba mi padre en coche, estábamos con Rac105 (la mejor radio musical de Catalunya, o al menos entonces, lo era) y empezó a sonar Graceland.
Ese momento me cambió. No fue la mejor forma de descubrir la música africana, pero sí la mejor de descubrir la musica occidental africanizada. Es todo un género.
Mi padre me contó que Paul Simon era el colega de Art Garfunkel, que juntos tuvieron un dueto vocal importantísimo en EEUU y en gran parte del mundo, que se llamaba Simon & Garfunkel, pero que se separaron y Simon siguió por su camino mientras que Garfunkel vivió el resto de su vida de las rentas de los discos que hicieron juntos.
Por la tarde recuerdo haberme puesto a investigar en casa a ver qué había hecho este buen músico. Descubrí que después de haber dejado el dueto, se lanzó a hacer un disco en Sudáfrica, de donde sacó percusiones y ritmos auténticos que le llevarían a hacer algunos de los mejores temas de su carrera, como pueden ser You Can Call Me Al, I Know What I Know, Diamonds On The Soles Of Her Shoes… y otros muchísimos más.
Poco después es cuando escribí este artículo sobre Crazy Love Vol. II, intentando exprimir una letra al máximo por primera vez. Fue todo un reto.
Más adelante descubrí que el tema “Me And Julio Down By The Schoolyard“, que era BSO de Los Tennenbaum (peliculón de aúpa), y así es como descubrí también a Wes Anderson, gran director de cine.
Como os podréis imaginar me escuché gran parte del trabajo de Simon en tiempo récord. Siempre tuve la esperanza de que pasara por Barcelona antes de retirarse, mientras veía pasar los años y veía ese “sueño” cada vez menos realizable y, entonces, es cuando hace un par de años, El País decidió contratarle para tocar en Madrid por la celebración de los 40 años del mencionado medio de prensa. Y yo, pobre inocente de mí, pensé que quizá pasaría por mi ciudad.
En 2017 en el Festival dels Jardins de Pedralbes se anunció que Garfunkel actuaría y yo me alegré ya que probablemente podría asistir, y así ver uno de los dos genios que cambiaron la música estadounidense de los años 60, pero cuanto me equivocaba.
Y este año, cuando menos te lo esperas, va y anuncia que se retira. Y sin pasarse por aquí antes. Pero, ¿Sabéis qué? Que voy a estar en Londres para cuando haga su concierto de despedida definitiva. Me lo iba yo a perder…
Pero pasemos a la carta de despedida, en la que básicamente dice que se pregunta cómo sería el final de su carrera y qué sentiría. Dice que ama a la música y a su banda y que sólo piensa en ella. Fue importantísima la pérdida de su amigo y guitarrista el pasado diciembre, pero que no es esta la razón del final de su carrera aunque es una razón de peso. El tema familiar es fundamental. Dice que donará sus ganancias en esta gira a entidades ecologistas. Y que espera que su música siga llegando a los corazones de lo que la oyen, cosa que creemos que nunca va a fallar.
¿Me duele que no se haya dignado a pisar Barcelona más que un par de veces en su extensa carrera (la última fue en 1989)? Obviamente. ¿Tiene sus razones para haberlo hecho? Sus razones tendrá. No se le puede recriminar nada, tiene ya 76 años, camino de los 77, está cansado, es normal y debemos aceptarlo.
Veremos qué tal en Hyde Park el 15 de julio, por ahora no podemos hacer mucho más que darle las gracias, por todo y siempre.