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30/10/2018El pasado viernes 26 de octubre asistimos a la inauguración de la quincuagésima edición del festival Voll-Damm Jazz Festival Barcelona, organizado por The Project. El acto inaugural contó con el concierto del pianista cubano Chucho Valdés en el Palau de la Música Catalana. El cubano desde hace cuatro años es el padrino del festival de jazz y como tal además de inaugurarlo, juntamente con su banda presentaron Jazz Batá 2 (Mack Avenue Records, 2018).
El pianista cubano actúa acompañado de dos percusionistas, uno de ellos el encargado del Batá, que son unos tambores típicos de ciertas religiones africanas que llegaron a cuba con los esclavos del siglo XVIII y que se usan en rituales religiosos todavía hoy en día. Estos tambores son, además del piano de Chucho, uno de los sonidos más característicos de los dos últimos trabajos del hijo del gran Bebo Valdés. También hay la presencia de bongos y demás percusión, un contrabajo y una batería.
Chucho invitó al violinista cubano Carlos Caro para interpretar un par de temas, entre ellos el 100 años de Bebo, una pieza sobre la que Valdés contó una anécdota; esta pieza de unos 7 minutos de duración no es invención suya, sino de su padre, que la tocó en su casa de cuba cuando Chucho era joven, años después se lo comentó a su padre y éste no se acordaba.
La quincuagésima edición del festival Voll-Damm Jazz Festival Barcelona está dedicada a Bebo Valdés, celebrando el centenario del nacimiento del cubano que internacionalizó la música y en especial el Jazz cubano. Una fusión del jazz de base con introducciones de música de origen africano que siglos después los cubanos siguen cantando, bailando e interpretando.
El concierto del pasado viernes no fue un concierto cualquiera. Una que ya ha ido a unos cuantos conciertos en su vida, viví lo que denomino una experiencia religiosa. Nunca jamás había vivido un concierto con tantos escalofríos. Valdés tiene el poder de poner un dedo sobre las teclas del piano y emocionar a todo su público. Es hipnotizante, atrayente y emocionante. Valdés tiene magia en las manos, si le miras interpretar su música, si te fijas mucho, sus manos se mueven como el aire de rápidas, y con el teclado del piano son duras como el acero, parece que las maltrate, pero incluso siendo rudo crea música hipnotizadora.
En la sala había gente que se notaba que no está muy metida en el mundo del jazz, empezó el concierto más que aburrida, mirando sus teléfonos, pero Chucho tiene tanto talento que enseguida hipnotizó a todo el público, sin excepciones. Además, la banda de Valdés son un gran entretenimiento también, cantando cánticos típicos cubanos y bailando, tanto que hasta el propio Valdés se levantó del piano y se puso a bailar con sus chicos.
El equipo de Metronome ahí presente salimos con la emoción a flor de piel y con una gran satisfacción de haber tenido el gran privilegio de ver al gran Chucho Valdés en directo.