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24/11/2018El pasado día 9 de Noviembre volvía a Barcelona por segundo año consecutivo el artista australiano Stu Larsen. Tras su paso la temporada pasada por el Festival Tradicionarius junto a su compatriota y músico Tim Hart, esta vez acudía a Barcelona, en la Antiga Fábrica Estrella Damm junto a Natsuki Kurai, un prodigio de la armónica en lo que fue un concierto en toda regla. La gente quería más y por eso fue votado por sus fans para tocar nuevamente en la Ciudad Condal. Y Cooncert concedió el deseo.
El show abrió como no podía ser de otra manera con la canción Aeroplanes, perfecta para poner a todos en situación: un ambiente cálido, cercano e íntimo que perduró durante toda la noche y en la que se menciona Barcelona, claro guiño al público. Tanto Stu como Natsuki se pusieron la audiencia en el bolsillo con una gran naturalidad contando anécdotas y bromeando, como el amago de cantar la canción Bésame Mucho de la mexicana Consuelo Velasquez, antes de interpretar Chicago Song, canción dedicada a la fiel compañera del australiano: su guitarra. También nos explicaron cómo se conocieron en Tokio, cuando Natsuki sin conocer a Stu quiso hacerle una foto por la calle, y casualmente por la noche fueron presentados formalmente en un bar en el que acabaron tocando juntos.
Pero volviendo a la música, orgullosamente podemos decir que hacen un gran binomio. Guitarra y armónica son suficiente para crear una atmósfera mágica. Stu demostró una vez más que ama Barcelona y que Barcelona ama a Stu, la conexión entre músico y audiencia se notaba en el aire. Por su parte, el músico nipón hizo gala de su enorme destreza con su instrumento, cuyo sonido incluso se parecía a veces más a un instrumento de cuerda que a uno de viento. Además se permitió el lujo en algunos momentos intercalar beat box mientras tocaba. Un espectáculo auditivo digno de recordar. Sonaron clásicos como Thirteen Sad Farewells, una de sus obras más escuchadas en Spotify, uno de sus últimos temas: Wide awake and Dreaming, e incluso un tema instrumental de Natsuki, Hajimari, (comienzo en japonés) que perfectamente podía trasladar al espectador a Japón si cerraba los ojos. Pura magia.
La noche llegaba a su fin con San Francisco, otra pieza imprescindible y una de las favoritas de los asistentes, Seaforth McKenzie, en un intercambio de papeles inesperado – el armonicista a la guitarra y el guitarrista a la armónica – y This Train. Una gran noche que estamos convencidos que sus fans se encargarán de que se repita pronto. Desde Metronome lo esperamos.