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Este año el cartel del Barna n Roll comenzó con la actuación de The Anti-Patiks. La banda fundada en Terrassa nos sorprendió con su tono irónico en sus desenfrenadas canciones cortas e intensas. Nos arrojaron caramelos desde el escenario, pero se los devolvimos y de vuelta nos lanzaron una bandera negra con una calavera que se mantuvo casi invicta durante todo el festival.
Esta banda nos hizo recordar un poco esa época de “cole”, cuando tus compañeros de clase formaban una banda y versionaban temas, que en esos inolvidables años noventa eran los que llenaban nuestras cintas de cassettes.
La banda hizo honor a su nombre, dejando total libertad al público, entre ellos estaba Arnau que se cargó un disco de la Pegatina bajo la algarabía total de todos. Luego, era el momento de cargarse a los casales y fue el lanzamiento de un ukelele al público lo que coronó dicha acción, bajo el inicio del descontrol total en los asistentes que estaban más cerca del foso.
Sería después el turno de The Circle Jerks, quienes empezaron muy fuerte y la gente comenzaba a acercarse a montones a verlos. Con un sonido más hardcore punk y con un público super ultra entregado fue un concierto entre empujones, rasguños, caídas al suelo, vasos voladores y caídas de fans dentro del foso. Vamos, todo lo que un festival de punk debe tener, sino vámonos para casa mejor.
La parrilla punkera no podía quedarse sin uno de sus grupos más esperados de esa noche, junto con Pennywise, nos referimos a The Toy Dolls, uno de los clásicos quienes dos años después de un exitoso concierto sold-out en la sala Razzmatazz, volvían a pisar Barcelona para presentar su último disco "Episode XIII" (Maldito Records, 2019). Y esa noche no defraudaron a sus seguidores, con sus tan típicos outfits “colorinchis” con gafas de sol, corbatines y cabellos de colores vistosos y chillones.
Un sonido un poco más digerible que la banda anterior, era lo que nos proponían justo después de nuestra cena y con más juego sobre el escenario entre saltos sincronizados. El show fue total cuando lanzaron confetti con una botella inflable enorme y lanzaron diversos regalos al público, como gafas de sol y globos negros gigantes. Y el postureo se prolongaba cuando Michael Algar, su vocalista, salía casi para el final del concierto con una guitarra de tres mástiles, pero que al final solo tocó con una. Un poco de postureo ¿o no?.
Pero en algo en que estuvimos todos de acuerdo era en que Pennywise era el plato fuerte indiscutible de la noche. A pesar de la multitud de público que se aglomeraba, los californianos se hacían esperar bajo los gritos enardecidos de sus fans que aclamaban ``Pennywise, Pennywise!” Hasta que por fin se dejaron ver, lanzando un: “Are you ready? Are you fucking ready?” Así comenzaron, super potentes y así terminaron también. El público solo se encargó de aportar su cuota de desmadre, desplegando energía y coreando a más no poder cada uno de los temas bajo una lluvia de cerveza auspiciada por los vasos voladores.
La banda también mostró su punto de vista frente a los últimos tiroteos y su crítica a la violencia en América. “Fuck damn violence!” fue su mensaje, tan corto como potente. Cerraban su concierto junto a todo su equipo, familia y amigos en el escenario y frente a ellos todo un público entregado al 100%.
Parecía que se había ido bastante gente después de Pennywise, pero lo cierto es que aún quedaban rezagados, la gran mayoría se estaban tomando un respiro después de un concierto muy exigente en cuanto a empujones y vasos voladores. Además que esa noche el calor reinante no ayudaba mucho a sobrellevar tamaño esfuerzo.
Ya era el turno de Flogging Molly y de a poco el público se iba acercando a verlos. Flogging Molly es ver diferentes instrumentos unidos en una sola banda y con un estilo único: un punky con un rollo celta. Acordeón, guitarras, banjo y violín es difícil verlos mezclados con ritmos tan estridentes como el punk pero si, pegan y mucho y de eso la banda irlandesa-americana sabe e hicieron que todo un público (mayoritario de Pennywise a esas alturas de la noche) se rindiera a sus ritmos. Si hasta hicieron bailar a una chica que llevaba una muleta, pero que a pesar de eso la vimos darlo todo. Durante el concierto, hasta el vocalista, Dave King, se dedicó una canción a sí mismo, la canción se llamaba “Selfish Man”. “¡Gracias animales!” fue su expresión de agradecimiento en español al público que se quedó y disfrutó de su música hasta el final.
No olvidaremos esta edición del Barna n Roll, que para quien escribe esta crónica, fue la primera, pero seguramente no será la última. Nos transportó a nuestra época de adolescencia y nos trajo a la mente nuestros recuerdos de colegio.