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06/09/2024El pasado miércoles 28 de agosto tuvimos el lujo de asistir al concierto de la mítica banda escocesa de britpop Travis, en la sala Razzmatazz de Barcelona. Y es que sus conciertos no defraudan, su directo es enérgico, vibrante e impecable.
Sus 30 años de camino musical corroboran su calidad como banda y su prolongado éxito. Y los 10 álbumes que llevan a sus espaldas también (“The Man Who” -1999 – y “The Invisible Band” -2001- obtuvieron 9 y 4 discos de platino respectivamente). Se dice que han merecido elogios de Sir Paul McCartney o Elton John, y que cuentan con la admiración de Chris Martin, líder de Coldplay o Noel Gallagher, líder de Oasis. Casi poco.
Ha llovido mucho desde que en el año 1997 lanzaron su debut con la publicación de su primer álbum “Good Feeling”, pero los miembros actuales de la banda (el carismático Fran Healy con su bonita voz y a la guitarra; Andy Dunlop a la guitarra; Dougie Payne con el bajo y Neil Primrose a la batería) que llevan juntos desde 1994 cuando se conocieron en la Escuela de Arte de Glasgow, mantienen una buena conexión a pesar de los años transcurridos, y se percibe en el escenario. Se lo pasan bien y lo disfrutan, igual que el público incondicional, que se sabe la mayoría de sus canciones.
La banda presentaba su décimo y último disco “L.A Angeles”, recientemente puesto a la venta el pasado mes de julio, y que incluye el single 'Gaslight' entre muchas otras buenas canciones.
Era una noche esperada por sus fans, ya que hacía 6 años que no pisaban este territorio. Y no se hicieron esperar demasiado. La salida al escenario fue algo confusa, sin luces que los anunciaran y con un tema de fondo que no formaba parte del concierto. Pero poco importaba, la sala estaba repleta de seguidores expectantes.
Un sould out confirmaba las ganas de escucharlos y el pleno del espacio. Quedaba el sitio justo para respirar y corear muchos de sus grandes temas como “Side”, “Closer”, “Sing”, “Driftwood”, “Turn” o “Why does Always rain on me?”, transformando la sala en un enorme coro entregado a la banda.
También escuchamos canciones más recientes cómo “Bus”, que fue la elegida para introducir el concierto, “Alive” o “The River” (la más escocesa de todas las canciones) que, si bien aún no despiertan quizá tantas pasiones cómo otros temas más añejos, estamos convencidos que se convertirán en imprescindibles de su repertorio.
A pesar de la sonoridad de la sala, que seguramente no era la mejor para esta banda de culto, fue una delicia de concierto, a ratos nostálgico, a ratos una euforia colectiva en comunión con todos los asistentes. Ojalá no tarden en volver a la ciudad condal.