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10/03/2020De conciertos multitudinarios al Auditori del Fòrum algo podíamos presentir pero Vetusta Morla volvió a dejarnos atónitas este fin de semana con la gira de “MSDL, Canciones dentro de canciones” en Barcelona.
Hay quienes giran con un repertorio maravilloso consiguiendo cada vez más fieles escuchando y cantando sus canciones, pero Vetusta Morla - que llenaría todo lo que se propusiera - a estas alturas parece ser que ha ido más allá. En esta gira MSDL han releído sus canciones, para dejarlas desnudas, saborear su pureza y volver a mostrarlas en un espectáculo de una cuidada estética plural: formato teatral, público en butacas y luces marcando todo lo que acontecía. El vértigo se olía desde el primer minuto.
El concierto despertó en un cubo encima del escenario. Un experimento escénico, que no dejaba indiferente a nadie, acogido entre capas de cortinas hechas de finos tubos de plástico y colocadas a diferentes profundidades acompañadas de leds y láseres. Entre los tubos, apareció toda la banda - vestida de traje - y entre cortinas empezaron a desnudar sus canciones junto a una escenografía plástica donde la coreografía se insinuaba entre la levedad y la armonía.
Pucho nos guiaba hacia algún lugar, aún desconocido, donde viviríamos la magia sin trucos. El concierto inició con los temas de “Mismo sitio, distinto lugar”, “Rey Sol”, “Fuego” y “Discurso del Rey”. Fue en la última canción cuando el vocalista atravesó la última de las cortinas y se mostró nítido, ante un público que ansiaba ver sin filtro para mostrarle a la banda todo su calor.
En tiempos de deconstrucción, cabe decir que los shows musicales no se han quedado fuera y Vetusta tampoco se quedaba atrás. El vocalista explicó que el espectáculo que íbamos a vivir surgió tras el multitudinario concierto en la Caja Mágica de Madrid, cuando una compañera les propuso crear un espectáculo basado en la complicidad con el público en La Quinta de Torrearias, un espacio natural del barrio de San Blas (Madrid), donde únicamente podían asistir dos mil personas. Allí nació el embrión de lo que meses después, habiendo el grupo viajado por sus temas para deshuesarlos y llegar a la esencia más pura, iban a mostrar en la nueva gira.
Pucho trasladaba sus intenciones a la gran familia de Vetusta Morla, sentada en las butacas del Fòrum. Su petición era que diéramos lugar a la calma, a la escucha, contaba que tras las preguntas que se hicieron como artistas y tras investigar entre sus canciones ahora querían que disfrutaramos de la belleza más pura que iba a acontecer durante la noche.
Tras estas palabras, llegaron temas como “Maldita dulzura”, “En el río”, “Guerra Civil”, “Golpe maestro”, “Los buenos” y “23 de junio”. El último ya estrenado el pasado 25 de febrero, era el único que habíamos podido escuchar en este formato.
Siguieron “Boca en la tierra” y “Baldosas amarillas” hasta llegar a “Copenhague”, canciones en las que el público muy despierto e invitado a ensayar previamente por Pucho, secundó a los coros al grupo. La fuerza estalló en “Consejo de sabios”, un tema que fue in crescendo con un final que nos llevó al punto más álgido. Y fluimos hacia un lugar de niebla azul acompañados por el tema de “La Marea”.
El concierto no fluctuó hacia abajo en ningún momento, pareciendo que nunca iba a acabar y haciéndose un viaje tan corto como intenso a su misma vez. Llegó “Te lo digo a ti” en forma performativa y con peluca Pucho - quien hizo de maestro de la obra - estuvo acompañado en la coreografía por los dos tramoyistas que acontecían la magia trazando las distintas escenas con las cortinas, durante todo el espectáculo. Podemos decir que la magia sin trucos de la que querían hablarnos, cobraba todo el sentido siendo las manos de Anto Rodríguez y Oscar Bueno - sus trucos humanos - quienes la creaban según el show avanzaba: manipulación de linternas, barras de luces y máquinas de humo.
Y llegaron temas viscerales como “Mapas”, “Profetas de la mañana” en acústico delante de la cortina, “Deséame suerte”, “Valiente” con todo el público emocionado de pie y “Punto sin retorno”, tema con el que Vetusta Morla ponía punto final a su gran actuación, a la experiencia con la que nos habían dejado con la boca abierta, una vez más.
Lo volvieron a hacer, tras doce años. La gran banda de indie-pop hispano puso las preguntas y el atrevimiento frente a su público quien tuvo la respuesta, la escucha y el abrazo a la esencia más pura de Vetusta Morla. Un grupo que ha crecido de forma exponencial y que pone en el centro la complicidad con sus fieles, tiene todas las de saber que esta apuesta ha sido un acierto, como dirían ellos: un golpe maestro.