India Martínez celebra su fin de gira contando sus secretos en Barcelona
18/02/2018Exquisito cierre de cartel del Bilbao BBK Live 2018
20/02/2018Doble concierto los días 16 y 17 de febrero de los dos grupos de punk folk más reconocidos, galardonados y potentes de la escena mundial, en La Villette. Y estuvimos el segundo día para contároslo:
Este viernes y sábado pasados tuvieron lugar en París los dos shows que los referentes de la música rock-celta tenían preparados en medio de la gira europea que tienen en marcha. Junto a Glen Matlock, fundador de los Sex Pistols, Dropkick Murphys y Flogging Molly llenaron de distorsión, mandolinas, banjos, gaitas y demás el estadio Zenith en La Villette de la capital francesa durante un viernes y un sábado, ofreciendo un set-list diferente cada día.
Sobre las 19:30 de la tarde, el que fuese bajista y cantante de la que probablemente fue la banda más importante de punk de Inglaterra, los Sex Pistols, subía al escenario y acompañado de su guitarra acústica, hacía un repaso de temas propios y míticos clásicos del grupo británico.
Aunque Glen Matlock ofreció un contundente sonido y cantó canciones de un género que probablemente abundaba entre los favoritos de los asistentes, la gente que acudió a escucharlo estuvo allí más por pillar sitio que por la actuación, que fue bastante floja. Al no acompañarle ninguna banda y no venir expresamente acorde al estilo musical de los grupos que precedía, la ex estrella mundial del punk sirvió más para amenizar el rato previo que otra cosa.
Después de media hora en la que el británico entonó himnos como God Save the Queen o incluso hizo una cover de temas como Ambition o Don’t Put he Brakes on Tonight de la iguala Iggy Pop, fue despedido con una gran ovación, más por su recorrido y por quién fue, que por el show en sí. La sensación de la gente era “Bueno, al menos puedo decir que lo he visto”. A nosotros nos dio una sensación de “Miquel del Roig del punk”, pero las comparaciones son odiosas.
A las 20:15 y sin querer sorprender demasiado, salieron Flogging Molly, la banda de estadounidenses nietos de irlandeses con más de 20 años de trayectoria y que son la combinación perfecta y tiro 100% asegurado que acompañan a los de Boston en su gira.
Sin más reparo y, quizá, en contra de una gran mayoría de los que éramos allí que pensábamos que acabarían el bolo con ella, empezaron con Drunken Lullabies, su hit por excelencia. Después de encender a todos los espectadores, prosiguieron la noche con sus imprescindibles como The Worst Day Since Yesterday, Devil’s Dance Floor o If I Ever Leave This World Alive, entre muchísimos otros. Acompañados de instrumentos como el Tin Whistle, el violín, el banjo o la mandolina, los Flogging Molly, a pesar de no ser los favoritos de la noche, sorprendieron a un público que para nada (y como era de esperar) los trato como a unos teloneros, sino que bailó, cantó y disfrutó de ellos entendiendo la noche como un doble concierto, y no como un concierto con teloneros.
Finalizado una hora y escasos pocos minutos más de música rápida e irlandesa, empezaron los preparativos para el cabeza de cartel. La gente estaba ansiosa y, pese a que no se hicieron demasiado de rogar, una Villette de París a reventar coreaba “Let’s Go, Murphys!”, “Let’s Go, Murphys!”. A ver si salían ya.
Aproximadamente a las 10 menos cuarto, se apagaban de nuevo las luces y sonaba la esperada y para nada sorprendente intro de los americanos. Entre la expectación y que un enorme telón negro cubría todo el equipo de sonido, la intro se hizo un poco larga. Pero de repente, un foco iluminaba, a través de ese gran telón negro, a Jeff DaRosa (banjo) que empezó tocando el riff principal e intro de la canción State of Massachussets. Así mismo, de repente se iluminaron otras 3 siluetas, la de Ken Casey (Bajista y cantante), James Lynch (Guitarrista y coros) y Tim Brennan (Guitarra, acordeón, tin whistle, bouzouki, piano y coros), cayó el telón y estos saltaron de las plataformas en las que estaban subidos para empezar una espectacular actuación con una (por supuesto) espectacular escenografía y una pantalla en la que se proyectaban videolyrics, imágenes singulares o portadas de los diferentes discos de la banda.
Una sonoridad perfecta, una dinámica y perfecta ejecución del bolo a nivel estético, luminoso y escenográfico, junto a la potencia musical y la variedad instrumental que despliegan, ver a estos músicos siempre es un verdadero espectáculo en mayúsculas. La combinación estrictamente calculada entre las voces de Al Barr (cantante principal) y Ken Casey (acompañados del resto de músicos haciendo coros) dieron una sensación de constancia y equilibrio total para que cada canción estuviese en el punto central exacto entre cántico hooligan y dulce melodía folklórica.
Siempre es arriesgado repetir dos días seguidos en una misma ciudad y en un mismo recinto, pero el público negó cualquier posibilidad de duda sobre la capacidad de satisfacción que este grupo podría ofrecer en París. Podríamos seguir la crónica con una estructura típica y comentado que, evidentemente, no faltaron temas como Rose Tattoo, Im Shipping Up to Boston, o The Boys Are Back, el tercer tema de la noche. Pero nos viene más de gusto hacer un necesario, importante y merecido comentario sobre los asistentes.
Pese a que en su mayoría eran francesas y franceses (y algunos británicos, alemanes y yo), no podríamos establecer un perfil concreto del tipo de persona que fue a ver el show del pasado sábado. Desde una niña de 6 o 7 años de edad a hombros de su padre, a cincuentones con boina y chupa de cuero, hasta jóvenes promesas informalmente vestidos ocupaban localidades o parte de la pista, como muestra de a la inmensidad y variopinta cantidad de gente que ha llegado este tipo de música.
Colas largas y desde bien temprano no eran para ver a Glen Matlock, quizá aprovechar para ver a Flogging Molly (que, como decimos, estuvieron tremendos), sino para poder ver (por primera o nueva vez) a un grupo que, con 9 discos a unas espaldas cargadas de rabia y profundas y sentidas letras, desde el 1996 hacen entender de otra forma la utilidad de instrumentos y sonidos tradicionales.
Todo un placer disfrutar de un magnífico pack de folk-rock en París, el cual deseamos que en breves pase por Catalunya.