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14/04/2018El Teatro Tívoli es un solemne auditorio de Barcelona que casi diariamente recoge espectáculos de todo tipo. Pero lo que se vivió el pasado 10 de marzo fue más allá de lo habitual.
Jamás había habido tanto cuero y merchandaising de heavy metal en este teatro. Y se debía a Apocalyptica. La banda finlandesa formada por 4 cellos pisaba la capital catalana para ofrecer un concierto con motivo del vigésimo aniversario de la presentación del disco que los llevó a la fama: “4 cellos playing Metallica”.
Y no había fantasía en el título, la gente había venido exactamente a eso. A escuchar cómo se podía versionar de un modo tan preciso (y bonito) a una de las mayores bandas del Heavy Metal de la historia, y del Rock en general. Parecía que, después del pasado 7 de febrero, Barcelona se había quedado con ganas de más Metallica.
Todo lleno, todo vendido y ocupado para ser un día entre semana, ser un show de instrumentos “clásicos” y durar más de 2 horas. Pero lo que iba a suceder allí dentro superaba las expectativas de cualquier amante de la música (en general), del Tívoli, de los instrumentos clásicos de cuerda o de Metallica.
Sobre las 9 de la noche, mientras el FC Barcelona ya iba perdiendo en su lamentable eliminatoria de Champions, 4 violonchelistas salieron al escenario. Y armados con sus instrumentos, empezaron a tocar “Enter Sandman”. No se hacían de rogar, le estaban dando a la gente, desde un inicio, lo que quería: Metallica (Y una de sus canciones más famosas).
Y a continuación, Master of puppets. El público, fiel a las letras como al grupo, no se cortó en corear y cantar a todo pulmón las canciones que iban sonando, dejando sin importancia la invitación a ser los “cantantes de esta noche” que 1 de los 4 artistas más adelante haría a los asistentes. Sabían a lo que venían.
Después de presentarse y animar al público, la velada siguió con un repaso de los hits de los de Los Ángeles, con brutales interpretaciones de temas como Sad but true, Creeping death o Welcome home (sanitarium).
Tras un descanso de 20 minutos, el concierto se reanudó con la presencia de una batería en el escenario y los 4 artistas alrededor. La potencia del espectáculo se intensificaba, y los temas que iban a preceder, convertirían la noche en un absoluto concierto de heavy metal. La gente se volvió completamente loca, se levantó de sus asientos y rompió la “formalidad” del teatro, situándose ante el escenario y saltando y cantando como el pasado 7 de febrero en el Palau Sant Jordi. Ya no me cabía ninguna duda, era la misma gente que aquel día.
Después de la emoción y de un apoteósico final con Seek and destroy, la banda realizó un par de bises con, popular y musicalmente, sus dos mejores covers: Nothing else matters y One.
Todo el Tívoli se puso en pie para aplaudir a 4 músicos que habían revolucionado la manera de entender instrumentos como el violonchelo. 2 horas, pero todo el mundo se quedó con ganas, aunque aliviados: volverán el año que viene, versionando AC/DC.